jueves, 20 de diciembre de 2012

MORADO, NARANJA Y FUCSIA UNA COMBINACIÓN FESTIVA



La variedad floral de tonos morados y púrpuras es inmensamente amplia, tanto así, que estos colores lograron traspasar la delgada línea que divide los arreglos florales de los artículos decorativos, para integrarse como una gama fuerte e impactante en cuanto a las últimas propuestas que se observan en las bodas.

Justamente esta combinación permite armar un montaje lleno de sofisticación que funciona tanto de día como de noche, manteniendo la sobriedad, la fortaleza y la elegancia que busca fijársele a cada detalle.

Ninguna boda es igual a otra, todo depende de la identidad y el gusto de la pareja que tiene que estar representado en todo el espacio. Para lograr esta composición se contrastó el morado en su amplia oferta, con toques de fucsia y punzadas de naranja, además de usar bases limpias, cintas de agua y cristal de distintas formas geométricas.

Detalles de lujo
Salirse del molde de lo que se acostumbra hacer en los matrimonios es muy fácil. Un primer paso es cambiar la popular y aburrida invitación de papel. La nueva propuesta es la de enviar una botella de vino en la que su etiqueta transmita toda la información que se escribe en la invitación. Esta es una forma distinta para salirse del esquema, además, se está mandando implícitamente un mensaje considerando que el vino es sinónimo de compartir, de celebrar, de brindar.




La solemnidad que caracteriza el morado también puede aplicarse a las bebidas. Es tal el caso del martini violeta, que se une a esta gran fiesta de violáceos.

Se suma a los deleites al paladar, una mesa exclusivamente de postres. Para muchos, la foto de los novios cortando el ponqué matrimonial está mandada a recoger, y por lo tanto, también lo estaría el ponqué. Para suplir este, la propuesta abarca una exploración de gustos inimaginable. La nueva tendencia es reunir en un mesón cuanta variedad de postres se pueda, además, esto ayuda a que los invitados no se sientan obligados a comer un solo plato, sino que puedan extasiarse con sabores ácidos, chocolates, frutas y nueces. Esta oferta encierra desde los tradicionales pais de manzana y de limón, hasta las donuts, eclaires, milhojas, mousse de chocolate con jengibre y la tartaleta de maracuyá con amapola.

El acompañamiento para la mesa de dulces debe ser una taza de café o de té. Las porciones pequeñas tienen el objetivo de no empalagar a los comensales. Otra opción son las ya famosas aguas saborizadas que pueden ser la compañía perfecta para un pecan pai o una milhoja. Agua de menta, flor de jamaica, hierbabuena y canela pueden convertirse en la alternativa para la gente que no gusta del licor.



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